Con borgeana generosidad, Ciro Reznik promete ir enviando a La pluma en la sangre argumentos concentrados para que desarrollen quienes se interesen en ellos o, simplemente, para que sean leídos como lo que son: sugestivos microcuentos.
Un hombre de mediana edad consulta a un médico por una supuesta afección gastrointestinal. Siente una molestia -"el fantasma de un dolor"- en el costado derecho y cree que se ha acentuado la dispepsia que lo incomoda desde hace años.
El médico hace las preguntas de rigor, examina al tacto el abdomen y ordena una ristra de análisis "para descartar cosas".
Dato curioso: al presionar el abdomen hundiendo dedos aquí y allá (con especial atención en la zona afectada), no hay molestia alguna ni respuesta reflejo en el paciente.
El médico prescribe una dieta blanda, despide amablemente al hombre y vuelve a su escritorio a revisar la lista de consultantes.
Pasados unos días, el hombre vuelve con los resultados de los análisis. Todo en orden, dentro de los límites de un organismo sano, dice el médico sonriente. Pero el paciente, un escritor algo obsesivo, replica que la molestia persiste como también persiste su incapacidad para describirla, a pesar de su condición de escritor. Y, bajando la voz a un tono casi confesional, pregunta si es posible que haya cuerpos perversos que, estando gravemente enfermos, sean capaces de ocultar la enfermedad que padecen negando sus síntomas en los análisis y anestesiando el dolor que debería manifestarse durante el examen manual.
El médico niega con una expresión asombrada y risueña, diagnostica una dispepsia leve y receta un medicamento innecesario para tranquilizar al hombre. Se despiden hasta la próxima consulta.
Antes de llamar al próximo paciente, la recepcionista entrega al médico un sobre grande que reconoce apenas verlo. Lo deja sobre el escritorio y, a punto de llamar al fulano que sigue, cierra la puerta y se vuelve para revisar el sobre. Contiene los resultados de los análisis de su chequeo anual. Todo parece en orden, dentro de los límites de un organismo sano.
Pero después de pensarlo un momento, llama a la recepcionista y le pide que lo comunique con otro laboratorio clínico para repetir los análisis.
Ciro Reznik
Imagen: El hombre de Vitruvio, de Leonardo da Vinci
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