Del gran poeta y editor argentino Rodolfo Alonso, un hermoso poema en el que fija su posición frente al descarnado capitalismo que nos rodea y atraviesa, oponiendo un extenso (e inútil) talismán de lecturas (en el que se adivinan nombres sagrados como London, Sienkiewicz, Salgari, Stevenson, Melville, Quiroga, Poe, Defoe, otra vez Melville) al siniestro mundo bursátil plasmado en frases inolvidables como "maëlstrom de la Bolsa", "tifón de la usura", "silencioso Harpagón, corroído por su cáncer dorado". A pesar de los años y de nuestra carne dura, nada apetecible para un dios, seguimos oponiéndonos al oscuro Baal con conjuros propios y ajenos...
en el silencio blanco
del Yukón o la estepa,
ser echado a los leones
liviano como un mártir,
trepar involuntario
al potro del tormento,
sentir el frío abrazo
de la Dama de Hierro,
que acaricien tu cuello
con el garrote vil,
el lazo de los tugs,
la soga del verdugo
o la atroz sutileza
de los Inquisidores,
sobrevivir naufragios,
te trague la Ballena,
atravesar los polos,
caerse en la manigua,
delirar en la selva,
sostener al simún
bajo el sol de las doce,
salvarse de la peste,
perderse en la tormenta
de nieve hasta dormirse
dulcemente por siempre,
ser presa de caníbales,
comprado como esclavo?
¿Qué es enfrentarse a eso
frente al escalofrío
de un alud financiero,
el maëlstrom de la Bolsa,
el rugir del dinero,
el tifón de la usura
que te sorbe la médula
con la fría mirada
seductora y terrible
de insaciable Medusa?
¿Nunca se podrá ser
lo suficientemente
humano?
Silencioso,
Harpagón, corroído
por su cáncer dorado,
vuelve silencio al mundo
y prisión al destino.
Miserable confort.
Rodolfo Alonso
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