sábado, 9 de marzo de 2019

"Juan"


Vivimos rodeados de oscuridad.
Creemos conocer a aquellos con quienes compartimos nuestra vida, pero sólo vemos lo que nos muestran, la "punta del iceberg" como suele decirse.
Nosotros mismos, para los demás, ¿quiénes somos sino lo que no ocultamos? ¿Y cuánto es eso?.
Poco.
Como decía, la punta del iceberg...

Me disponía a escribir una reseña nada entusiasta sobre la película Velvet Buzzsaw, estreno de Netflix que vi con mi mujer aprovechando la ausencia de nuestra hija. Prejuzgamos que sería materia aburrida para sus dieciocho años (malos padres). Sin embargo, mediando la historia, me di cuenta de que hubiera sido útil su presencia, además de agradable, para "remar" la mitad restante, porque creo que hubiera hecho observaciones interesantes sobre cuestiones más cercanas a su generación como guiños verbales, body paint, moda excéntrica y otros detalles de estética contemporánea con los que Sandra y yo nos llevamos como podemos. La película, por culpa de sus propias carencias y nuestra lamentable desinformación, resultó un fiasco, una "linterna sorda" según la lírica nomenclatura de este blog.

No obstante lo antedicho, me senté frente al monitor y apoyé mis yemas en el teclado.
Dos, tres minutos: nada.
El disgusto y el almuerzo copioso, amodorrante, me tenían quieto como un Buda frente a la "página blanca" de la pantalla.
Y como es frecuente en ese estado de quietud próximo al sueño, algunos fantasmas comenzaron a desperezarse a mi alrededor.
Uno en particular, que por primera vez adquiría la entidad de tal, me llamaba desde su inmovilidad que sólo alteran de tanto en tanto los movimientos domésticos: "Juan".


"Juan" es una de las proyecciones del mundo oscuro de mi mujer.
Es un cráneo hecho a la carta pesta coronado por un casco de obra, que estuvo montado sobre unos ladrillos huecos durante su exhibición en una pequeña aunque concurrida galería de Canning, al sur del Gran Buenos Aires. Durante veintitantos días, tuvo su rato de gloria. Y me animo a decir que pocas veces una calavera debe haberla pasado tan bien. Uno entraba a la galería y ahí estaba "Juan", haciendo proa con su sonrisa un tanto asombrada.

El motor que le diera forma, fue sin dudas la necesidad de Sandra de hacer visible un "hecho" estético interno. Pero "Juan" no fue el resultado de un mero proceso intelectivo en la cabeza de una artista. Venía de una zona más profunda, visceral. La zona donde el dolor se gesta y late con movimientos de ameba: lenta pero incansablemente. En "Juan" se patentiza, aunque no del todo voluntariamente (pues, según su autora, "la intención fue estética, no panfletaria"), la situación social y política que, tempranamente, comenzaba a estragar al país. Como siempre, el neoliberalismo mostraba su hilacha oscura. En el casco de "Juan", puede verse un jirón de bandera nacional; en su piel de basto papel de diario, los tatuajes de una realidad impiadosa. En las fotos enviadas para la selección de obras, hay un ominoso fondo de escombros: la metáfora visual de un futuro que vislumbraba mi mujer hace tres años, ni más ni menos. Pero en la sala donde fuera expuesto, por razones operativas, tuvo que prescindir de complemento tan importante. Sin embargo, el efecto fue, imprevistamente, el contrario del esperado: reducido a nada el paisaje en ruinas contra el que se recortaba, "Juan" aparecía completamente abandonado a su suerte, dejado de la mano de Dios, más huerfano de lo que lucía en las fotos para el casting.


Pero antes de todo esto, Sandra tomó el cráneo de resina que sirviera de modelo de "Juan", tan real  y con otro nombre (Simón), le calzó el casco previamente "gastado" con unas muescas hechas a cúter y tiznado con tierra y polvo de ladrillo, y dijo: "Así". Noté que se abismaba en no sé qué profundidades contemplando su borrador. Entonces, para alejarla de su oscuridad, pregunté: "¿No hay problema en exhibir un cráneo que parece real? ¿Y el arte? ¿Todo tan rápido?" A lo que respondió, mirándome como a un alumno a quien estuviera a punto de reprobar: "La creación es un fogonazo".

Ahora, en la habitación colmada de cosas en la que escribo, cerca de un atril de mesa donde un paisaje inacabado espera que se acuerden de él, y de un Rey Momo de papel encolado que lo vigila bizqueando desde lo alto de una biblioteca, "Juan" me conmina a que voltee y lo mire. Pero no para saludarlo con alguna chanza como hago a diario, no. Parece exigirme que lo vea tal cual es: un hijo de la oscuridad...

Mi mujer fulge en mi vida como una gema facetada.
Volviendo al símil del témpano, la "punta" de Sandra irradia una luz sin la cual no podría ser quien soy: un hombre feliz a pesar de su propia oscuridad.
Pero por debajo de su línea de flotación (y de la mía), el enorme mundo interior de mi mujer se mueve alternando luces y sombras. En un movimiento de aguas azules (en todas las gamas posibles del azul, desde abisales casi negros hasta celestes tenues, de bandera gastada, pasando por azules de mediodía francés y turquesas antillanos), se agitan sus fantasmas. ¡Y qué fantasmas! Fantasmas de muertos célebres y anónimos...  ¿qué digo?: ¡de osamentas de muertos! Con la frente pegada al hielo del iceberg de su alma, veo desfilar como si danzaran esqueletos, esqueletos, esqueletos, sean unos amantes de Teruel descarnados que acaban de besarse o están por hacerlo, una madre reducida a sus huesos que pare un feto condenado a morir de inanición, la mano de la Muerte acariciando con sus tarsos y metatarsos el rostro de una joven moribunda o exánime, más cabezas de amantes que parecen devorarse con sus cuencas sin ojos... y a "Juan" con su sonrisa dantesca, de pobre condenado.


Como decía, la oscuridad de nuestros seres queridos nos rodea.
La nota para el blog aguarda a la derecha, sin apuro, con todo el tiempo que nos quede por delante.
Hundo los dedos en el teclado y escribo: "Juan".     


                                                                                                                       Daniel Milano

Fotografías de Sandra Pirillo   
                                                                             
                                                                              

                                                                                     
                                                                                    
       






 
     

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